Dos palabras que hasta hoy dominaban mis días y que, ahora, aún sin quererlo, reprimen mi voluntad con opresión. Dos verdugos de mi razón. El tiempo y el espacio subordinan también hoy, impunes, mi corazón.
Vivo presa de seis días que me aíslan del olvido, cumpliendo una condena que me obliga a recordar. ¡Mas me siento afortunada por no haber muerto en el intento! Y enormemente satisfecha de no haberme rendido ante la dificultad.
No es éste el mayor peligro que habré de afrontar en la vida, así es que ahora voy a arrasar. No bastan dos simples palabras para privarme de libertad.
- Y un día tiempo y espacio no serán más que un quejido del lenguaje del pasado, víctimas del sacrificio apasionado que provocará un amor que se ha luchado. -
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