Mente en blanco. De nada me acuerdo cuando vuelve a pasarme. Espera un momento, me has absorbido. Una vez más. ¿Cómo lo haces? Ojalá fuese capaz de darte esto pues, aunque no diga nada, el simple hecho de que te lo escriba a ti, lo dice todo. Si… Viajar hasta Seúl.
* * * * *
Y esta vez sí, por fin, lo he hecho. He vencido esa asfixiante presión que me aplasta el pecho. No sé ni cómo. Ni tampoco por qué. Pero se me había olvidado lo sensual que se escuchan tus susurros estando tan cerca. Y ahora no dejo de sonreírme. ¿Qué pasa? ¿Estaré iniciando mi viaje a Seúl?
* * * * *
Y de pronto, Seúl se aproxima.
Y ya estás a mi lado. Y aunque no me ha dado tiempo a prepararme puedo olerte. Y hablarte. Y escucharte. Y aunque la sensación del frío no me abandona, puedo percibir el chorro de agua cálida que mana de tus pupilas desde allí, desde detrás de esa cortina ondulada. Y de repente me pierdo tras ella y me lanzo a un profundo abismo. Y de repente regreso.
Y así, sin más, Seúl se aleja de nuevo.