1 abr 2008

Cambiante

El cielo está naranja, morado, rosa. Alguna nube hasta se ve dorada. Empiezan a cubrir el césped las florecillas amarillas de mil pétalos y esas otras que parecen algodón. Me acuerdo de cuando era niña y pedía un deseo antes de soplarlas.

La primavera florece, y todavía no me había dado cuenta de que ya ha comenzado mi estación favorita.

Vuelvo a mirar al cielo: todos los colores han cambiado. Sonrío: me percato de que, siempre, todo cambia. Y me gusta la idea, aunque sea inestable.

Me siento parte del cambio. Vivo cambiando. Soy cambio. Pero muchas veces no consigo cambiar lo que quiero cambiar y otras, en cambio, hasta cambio lo que no quiero. Todo cambia, pero se me escapa cómo.

Y el cambio trae consigo algo hasta hoy desconocido que, ahora, puede cambiarlo todo. Así, de repente. Así suceden las cosas. “Es la vida”, me dirías tú. Y es que hasta en la más ardua monotonía, de pronto, te visita el cambio. Cambio que después cambia. Y aparece otro cambio que un día, créeme, cambiará y traerá otro cambio. Es la vida.

Y entre cambio y cambio, cambio porque cambio. Pero no me cambio.

Y espero que el cambio no cambie que tú no me cambias. Y espero que el cambio no cambie que yo no te cambio a ti.

Luchando contra todo cambio posible, espero que el cambio no cambie este cambio.

Soplo una flor de esas que parecen algodón...

No hay comentarios: