30 may 2008

Regreso

Dándote entero mi yo de hoy, “mañana” no me sirve de respuesta. Y es que, de tanto tomarnos tiempo, éste ha terminado por agotarse.

La idea de viajar hasta Seúl nació como algo vago, difuso, que fue creciendo hasta formarse como deseo y confusión. Maduró siendo locura y envejeció al vencer el miedo. Ahora veo cómo va muriendo a causa del silencio… Y no será el mío.

No he encontrado el refugio que buscaba en Seúl. Quizás, no estaba allí. Y la más grande estupidez de todo esto es que, en algún que otro momento, llegué a creer que sí.

Como cualquier viaje, éste también termina. Y lo hace exactamente ahora.

¡Adiós Seúl! Me vuelvo a casa.

Como siempre, regreso...

Renacer

Nubes calladas, abovedadas, enrarecidas. Un manantial de angustia baña mi pecho. Ya queda menos. Huyo.

Allí a lo lejos enroje el cielo, para recordarme que aún hay luz tras las montañas.

27 may 2008

Rompiendo esquemas (II)

Viviendo una de mis historias. Es, sencillamente, mágica. Brota como de la fantasía, nutriéndose de algo que se percibe onírico. La imaginación reina, como cuando era niña.

Pudiendo haber salido tú, de uno de mis relatos, has entrado de golpe en mi recóndita irrealidad.

Desde que venciste el miedo todo me parece, cuanto menos, ficción. Ayer me resultó increíble que alguien escribiese en la pared la letra de una canción pensando en mí. Y me parece imposible que hoy ese mismo alguien haya conseguido hacer suyas mis frases, para escribirlas en esa misma pared, dedicándomelas también a mí.

Nunca me había percatado de esa otra dirección. La palabra es de pronto un arma de doble filo… La cuerda floja. Y no voy a decir que no me importa, pues es la palabra el máximo riesgo de lo especial.

¡Sin confusiones! Distinguiendo todavía el límite de lo real. Sin enloquecer del todo. Sin olvidar quién soy ni renunciar a donde voy. Segura de ello… pero insegura por preguntarme aún (desconociendo el origen), si cuando termine de escribir esto no creeré haber hecho la mayor de las locuras:

“* * * * * * * * *

26 may 2008

Rompiendo esquemas

Estudiando como influyen los cambios de comportamiento en las relaciones con los demás, y en la psique de uno mismo, he detenido mis pensamientos en la siguiente frase:

“el aumento de la coacción interna lleva a una contención de las pasiones, al autocontrol, y esto significa que el aparato psíquico y su estructura, reprimen sus instintos”.

Me quedo anonadada al comprobar que has roto los esquemas de hasta los más reconocidos antropólogos.

Tú has superado la coacción en todas sus dimensiones, interna o externa. Has vencido al miedo. Y todo para demostrarme, simplemente, que es posible.

Debería estar estudiando… Pero una reciente conversación, una buena conversación, me lo impide totalmente.

Si he llegado a escribir esto, habiendo estado a punto de dejar que muera, es porque tú me has enseñado a convertir una idea en un hecho.

24 may 2008

Las últimas líneas seulianas

Te di mis preguntas,
mis dudas mudas.
Te di mis pasos por la universidad,
y mis mañanas de soledad.

Te di el viaje más soñado,
mi destino deseado.
Te di mis manos,
y hasta te di mis labios

Te di mis palabras escritas,
y también las que callé.
Te di mi nariz,
e incluso mis lágrimas, alguna vez..

Te di mi punto débil,
mi fase REM,
mis horas de insomnio,
mi espalda y mi piel.

* * * * *

Y si te das prisa…
Podemos empezar a imaginar qué te daré.

23 may 2008

29 días

Mi pasión por las letras comienza a ser intratable.

Hasta hace escasos minutos estaba contigo, deseando que llegase el momento de marcharme a escribir sobre esos ratos que paso contigo. Incomprensible, quizás, pero aliviada, por fin, lo hago.

¿Sabes qué es lo peor de haber probado tus labios? Que ahora hasta pienso que quiero besarlos…todo el tiempo. Cada vez que hablas, cada vez que fumas. Cada vez que ríes. Y cada vez que algo de todo eso ocurre, desvío mi mirada hacia otro lado, me lío un cigarrillo y me conformo con besar un filtro. Mis deseos se transforman con el humo denso que se escapa de mi boca. ¡Mas no desaparecen! Solamente se confunden. Mutan hacia una vaga frustración que después, irremediablemente, me reprime contigo. Y es que no soy capaz de hacer lo que quiero hacer. No tengo el valor que te falta a ti.

Y ahora nos amenaza una cuenta atrás: 29 días. Y después nadie sabrá cuántos más nos harán falta para volver a vernos.

¡Yo hubiese preferido aprovechar el tiempo! ¿Me puedes decir por qué dejamos que se pierda entre caladas?

El duendecillo sin nombre II

“El poeta” para el mundo. “El hijo de la Luna” para ti. “El duendecillo sin nombre” para mí.

Qué mas dará lo que hagas, de dónde vengas, quién seas. ¡Qué más dará tu identidad! Si, con tus palabras, a mi me basta.

Fuiste tú, poeta, Luna, duende, quien convirtió una noche en esa noche. Fuiste tú quien, de una fortuita conversación, creó este sentimiento. Fuiste tú el que recuperó mi blog.

Y, desde entonces, a menudo, recupero yo esa noche, este sentimiento, para evadir la realidad. Y, desde entonces, a veces me dirijo hacia ese mundo al que una noche, tras una fortuita conversación, denominé irrealidad.

22 may 2008

Querido pasillo

Vuelvo a Majadahonda con una sonrisa.

Recuerdo el día en que mi padre me dijo, hace ya años, que sus mejores momentos los vivió en la universidad… Hoy entiendo por qué lo decía.


Soy consciente de que paso mis últimos días entre tus gélidos ladrillos. Me percato de que tengo poco tiempo para escuchar todo lo que tienen que decir tus sabias paredes. Sé que me faltarán horas para pasillear. Y que el próximo año añoraré esas tardes de nula productividad, esas conversaciones tan buenas, mi ración de risoterapia. Echaré en falta la guitarrilla del Sebas, el puestecito de chuches, la cerveza barata. Y las sorpresas diarias que se podían dar. Me acordaré del “novio de biblioteca” que elegíamos tener cada una, de toda la gente que allí conocí. Me reiré de las chuletas tan grandes que hemos llegado a hacernos y rememoraré las fiestas de Navidad. Me quedaré luchando por el Pueblo Saharaui, dentro de mi tan amado Colectivo Ezkharit. ¡Recordaré hasta a los punkis! E incluso disfrutaré de ese mezclado olor que siempre hay en el comedor. Me llegará la imagen del viejo republicano vendiendo carteles, y el color de los collares de los artesanos. Y pensaré en los jueves.


Y será difícil aceptar que no habrá más momentos como aquéllos. Será casi imposible asumir que no habrá ya más días como ésos, en los que el tiempo se pasaba entre calada y carcajada, anulando el agobio y la presión de cualquier obligación.

21 may 2008

Aicilaa...

Observa cómo golpea la lluvia contra los cristales, pero su curiosidad perenne no se conforma con deleitarse. Ella también quiere sonar bajo las gotas. Ella también quiere mojarse.

Sin pensar, sale a la calle.

Cae la lluvia sobre su pelo. Cae sobre sus manos, cae sobre sus hombros. Cae la lluvia, cuando mira hacia el cielo, también sobre sus labios.

Se sumerge en el frescor de una tormenta que se da en pleno bochorno.

Y de repente cesa implacable, el caer del agua, como si alguien eligiese detener el tiempo.

Ni 60 años

Después de dos meses,
todavía sigue habiendo,
entre mis cosas,
granos de arena de aquel desierto.

Después de ocho semanas,
todavía sigue oliendo,
ese turbante azul,
como las jaimas que hay en el Sahara.

Después de sesenta días,
todavía llevo,
colgado del cuello,
el sentimiento de todo un pueblo.

Y ni dos días,
ni ocho meses,
ni sesenta años,
se llevarán consigo esa esencia
que dejó en mi conciencia,
todo el que vivió exiliado.

20 may 2008

Renuncio

No entiendo por qué un acercamiento nos ha distanciado. Pero ya no voy a pensar más… pues jamás conseguiré entender lo incomprensible. ¿Acaso alguien lo consiguió? No pretendo ser yo ésa a quien le pesa la cabeza de tanta suposición.

Se disipa la energía, se rinde la fuerza y tambalea la ilusión. Se pierde el tiempo en el espacio de un intento que voló. Desaparece el encanto de lo que ha sido alcanzado. Mejor será pasar de todo y no quererte, que acabar pasando de mí misma y terminar odiándote.

Renuncio a mi viaje…
Renuncio a Seúl.

19 may 2008

Exactamente igual

El tiempo se escurre entre los ladrillos de este gélido pasillo. El día de hoy es exactamente igual que el que viví hace tres meses. Nada cambia. Nada avanza. Y eso que, por un momento, creí verlo todo girar. Ahora dudo si aquella ausencia plena de espacio fue real.

¿Llegué a Seúl?

Quizá ese tiempo viajado fue solo un sueño buscado y encontrado, producto de mi obsesión. A lo mejor aquel viaje sólo era una simple recompensa por mi insistente paciencia. Y es posible que yo sola lo haya convertido en un castigo que únicamente perdonaría contigo.

La soledad me aprieta pero, la incertidumbre, me asfixia.

Al menos me sirves de inspiración...

Una partida de mus

Una partida me sirve para mirar fijamente tus ojos sin que sospeches. Utilizo las cartas como un manual para interpretar tus actos.

Te muerdes los labios. Te guiño un ojo. Ronda tras ronda nos comunicamos por señas.

Ahora eres mano. Tú llevas la grande y yo dejo pasar la chica. Ninguno de los dos tenemos una mísera pareja, así que vamos a por el juego.

Enseñamos las cartas. Perdemos la grande y ganamos la chica en paso. Ni un solo amarraco obtenemos de los pares… En el juego, sobresalimos: la máxima puntuación en cada mano. Pero en el resultado último, ambos perdemos.

Si me hubieses envidado, yo habría aceptado. Siendo la ronda final, te hubiese lanzado un órdago. Lástima que hoy seas tú mi compañero de mus… Si no, habríamos apostado.

17 may 2008

El ultimo abrazo

Me sentí huella en la arena, burbuja a punto de estallar, un parpadeo. Fui humo.

15 may 2008

La abuela Rita (II)

Apoyándote sobre los brazos, te levantas muy despacio de tu mecedora. De pie, sobre tus zapatillas verdes de andar por casa, te cierras bien la bata y rodeas la mesa circular caminando pausada, sin que te apremie el sueño o la impaciencia.

Te acercas al reloj de cuco y tiras lentamente de sus cuerdas. Nunca he visto detenerse el tiempo en esta casa.

Me abrazas, como cada noche, antes de irte a la cama. Y a mí me encanta envolverte con mis brazos y escuchar en el oído, a mi derecha, tu voz anciana preguntándome qué almohada es la que yo prefiero. Y aunque te lo digo al menos una vez a la semana, me agrada volverte a contestar, mirándote a la cara: “la más baja”. Y saber que, como cada noche que paso contigo, dejarás preparado encima del colchón, tu suave camisón blanco, para que lo use yo.

Ahora, abueli, ya duermes, y yo mientras escribo en el salón.

El sillón en el que siempre se sentó el abuelo permanece intacto, todavía sosteniendo ese cojín que usaba él mientras se acomodaba al tiempo. Su mesa de despacho sigue tal y como estaba. Con el teléfono y un calendario, con la lámpara y un cenicero.

Y mientras pienso, el tic-tac del reloj de cuco sigue retumbando en la sigilosa noche. Parece como si el abuelito nunca se hubiese ido. Parece como si nunca fueses a marcharte tú.

Te quiero tanto...

14 may 2008

Mar de Oes

Responder o preguntar,
Avanzar o descansar,
Soñar o despertar,
Nadar o naufragar…

Prisa o pausa.

Recordar o ignorar,
Dar o esperar,
Creer o desconfiar,
Luchar o pasar…

Todo o nada.

Esfuerzo o vocación,
Tranquilidad o confusión,
Sentimiento o dolor,
Transformación o aceptación…

Tú o yo.

Hubiese flotado en la barca de la y griega… si antes no me hubiese hundido en el Mar Seuliano de las “Oes”.

Pero yo no sé vivir a medias...

Mi yo de hoy

Demasiadas horas necesitando escribir y ahora, que por fin lo hago, voy notando cómo me relajo, cómo expulso, cómo de mi mano emerge una fuerza extrema hasta ahora inexistente que se decide a arrollar todo cuanto se le ponga por delante, empezando por este trozo miserable de papel.

Demasiadas horas que he pensado. Demasiadas cosas que he sentido. ¿Por dónde empiezo si ni siquiera sé dónde comienzo yo?

Desconocida. A menudo, me resulto la persona más extraña, la más lejana, la que es completamente incompatible. Y ni siquiera tengo un mínimo control sobre ella. Ni la capacidad para frenarla a tiempo. Para decirle no. Para actuar sin pensar en lo que por sus estupideces pierdo. Tal y como voy… lo acabaré perdiendo todo.

Y en realidad no me mereceré otra cosa, si no lucho por nada. Si no tengo valor. Si no puedo ignorar mis miedos. Si a veces en una gota puedo ver todo el océano y otras veces, de esa gota, soy capaz de hacer diluvios.

Viene hacia mí la rueda del delirio, de la locura insana, de la carencia de fundamento. Y doy vueltas con ella aún sin quererlo. Ya he empezado. Y ahora ya no sé pararlo.

Me agarro a la soledad aún cuando puedo desecharla y no la amo. Es mi necesidad mi verdugo. Algo insaciable. No tendrá fin.

No me veo. No sé quién creo que soy ni en qué dirección voy. No sé qué quiero. Ni qué no quiero. Es posible que esté perdiéndome a mí misma mientras espero encontrar a alguien más. Y nadie a solas se atreverá a negar que todos buscamos exactamente lo mismo, aunque lo hayamos dicho alguna vez en voz alta. Pero es verdad que no todos nos escurrimos en el intento… Yo sí. Y me he manchado con toda la mierda que había en el suelo.

Seguramente cualquier otro lo haría… pero mi yo de hoy no se va a limpiar.

13 may 2008

¿Qué harías?

Leyendo una frase que alguien ha escrito en la pared de un nicho: “¿Qué harías si no tuvieras miedo?”, en otro momento, quizás, no hubiese respondido Seúl.

Pero hoy… hoy si no tuviese miedo no habría salido huyendo. Hoy si no tuviese miedo hubiese gritado tu nombre. Si no tuviese miedo me levantaría ahora mismo de donde estoy. Y correría hasta ti.

Si no tuviese miedo te descubriría un sentido insospechado. Si no tuviese miedo te enseñaría qué es para mí viajar. Si no tuviese miedo tú volarías sin tener alas y yo, aterrizaría en tu explanada. Me quedaría allí. Viviría en ti.

Si no tuviese miedo no buscaría una excusa. Si no tuviese miedo prescindiría de la interrogación. Si no tuviese miedo en mi posibilidad desaparecería cualquier amago de negación.

Si no tuviese miedo te desnudaría mi esencia. Si no tuviese miedo te regalaría mi inocencia. Si no tuviese miedo te iba a, simplemente, abrazar.

Si no tuviese miedo, las horas de ayer no se habrían inmolado y, las de hoy, si no tuviese miedo, no me habrían torturado.

12 may 2008

Sin remedio

Penumbra eterna.
Complicidad risueña.
Acercamiento tímido.
La distancia se desnuda ante la fugacidad nocturna.
Nunca deseé tanto soñar.

Miradas tejidas.
Caricias esculpidas.
Besos tatuados.
Se encoge la mañana entre mi espalda y tu tripa.
Nunca amé tanto el sol.

Horas ciegas.
Conversaciones mudas.
Espacio absurdo.
Tu olor ahora proviene de los movimientos de mi cuerpo.
Nunca odié tanto estar escribiendo.

Resurgiendo

Revistiéndome de magia. Los días transcurren sólo tal y como yo los vivo. Al menos, esto, depende de mí.