19 may 2008

Una partida de mus

Una partida me sirve para mirar fijamente tus ojos sin que sospeches. Utilizo las cartas como un manual para interpretar tus actos.

Te muerdes los labios. Te guiño un ojo. Ronda tras ronda nos comunicamos por señas.

Ahora eres mano. Tú llevas la grande y yo dejo pasar la chica. Ninguno de los dos tenemos una mísera pareja, así que vamos a por el juego.

Enseñamos las cartas. Perdemos la grande y ganamos la chica en paso. Ni un solo amarraco obtenemos de los pares… En el juego, sobresalimos: la máxima puntuación en cada mano. Pero en el resultado último, ambos perdemos.

Si me hubieses envidado, yo habría aceptado. Siendo la ronda final, te hubiese lanzado un órdago. Lástima que hoy seas tú mi compañero de mus… Si no, habríamos apostado.

No hay comentarios: