Dándote entero mi yo de hoy, “mañana” no me sirve de respuesta. Y es que, de tanto tomarnos tiempo, éste ha terminado por agotarse. La idea de viajar hasta Seúl nació como algo vago, difuso, que fue creciendo hasta formarse como deseo y confusión. Maduró siendo locura y envejeció al vencer el miedo. Ahora veo cómo va muriendo a causa del silencio… Y no será el mío.
No he encontrado el refugio que buscaba en Seúl. Quizás, no estaba allí. Y la más grande estupidez de todo esto es que, en algún que otro momento, llegué a creer que sí.
Como cualquier viaje, éste también termina. Y lo hace exactamente ahora.
¡Adiós Seúl! Me vuelvo a casa.
Como siempre, regreso...
No hay comentarios:
Publicar un comentario