Después de dos meses,
todavía sigue habiendo,
entre mis cosas,
granos de arena de aquel desierto.
todavía sigue oliendo,
ese turbante azul,
como las jaimas que hay en el Sahara.
todavía llevo,
colgado del cuello,
el sentimiento de todo un pueblo.
ni ocho meses,
ni sesenta años,
se llevarán consigo esa esencia
que dejó en mi conciencia,
todo el que vivió exiliado.
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