8 ene 2008

La abuela Rita


La brisa empuja mi pelo, haciéndome notar el frescor del invierno en las orejas. Mis pasos persiguen los rayos de sol que se cuelan por entre las nubes. No muy lejos de este lugar descansas tú.

Es posible que no visite tu tumba muy a menudo; es más, en rara ocasión lo he hecho. Y es que enfrentarse a tu lápida no ayuda a sonreír. Al menos, no a mí. Pero eso no significa que no me acuerde de ti. Creo que todos nos acordamos de ti.

La abuela preparaba ayer noche la cena y, mientras removía ensimismada las acelgas, me confesó que sólo puede pensar en ti. Me contó que no está triste, pero que no disfruta de estar despierta; que cada día espera con impaciencia a que llegue la noche para irse a dormir. Y esto, abuelito, es porque sueña contigo. ¡A veces sólo un instante! Pero apareces frente a ella vestido de militar, como cuando eras joven. Ella te ve, te escucha, y también te huele. Y entonces, aunque sea estando dormida, vuelve a tocarte. En ese momento, abuelo, ella es capaz de sentir tu presencia como si aún estuvieses vivo.

Y se despierta complacida, aunque reconoce que preferiría seguir durmiendo.

Por eso he venido hoy hasta aquí, y por eso estoy ahora frente a tu tumba. Sé que no habrás olvidado que sigues siendo tú el que le da fuerzas suficientes a la abuela para mantenerse despierta hasta que pueda soñar otra vez. Pero, por si acaso, abuelito, quería recordártelo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

sin duda es una vida mas dura estar en este mundo y saber q la persona q amas ya esta en un lugar del q no puede volver pero tu abueli es una persona muy luchadora en este mundo todabia y espero q aprendas un pokito de ella sigo leyendoooooo....tu ...bolitaaaaaaaaaaa..