29 ene 2008

Aun sin mirarnos



Entre la gente. Por los pasillos. Descubro tu inconfundible vestimenta en el vaivén de la multitud. Te miro no tan disimuladamente y de repente te giras. Tus ojos van a caer directamente sobre los míos. Y aguantamos la mirada, no sé por cuanto tiempo. Ni un movimiento, ni un pestañeo. ¿Tú también me estás mirando? En la distancia es muy difícil concretar la dirección de tus pupilas. Y sin embargo siento que todavía seguimos mirándonos. De lejos…

Entre la misma gente. En la misma habitación. Te miro cuando no miras y me miras cuando no miro. O eso creo. O eso imagino. Pero ni tú ni yo estamos seguros: si coinciden las miradas por error las despistamos en seguida. Ahora el juego ha cambiado, ninguno es capaz de aguantar la mirada sin pestañear. Y sin embargo siento que todavía sigues mirándome. De cerca…

Un instante. Un encuentro. Un cruce repentino de miradas mientras casi nos rozamos. Y aunque eso me encantaría, cada uno sigue, como siempre, su camino. Me pregunto si el espacio reducido no te inquieta a ti, como me inquieta a mí. Y es que ya no articulamos palabra. Desde hace días parece que, con mirar, a los dos nos basta. ¿O será sólo a mí? Te has alejado y, sin embargo, sigo mirándote.

No hay comentarios: