15 ene 2008

Puro viento

Me toca el viento; hoy sopla más fuerte que de costumbre. Al igual que yo, las ramas de los árboles parecen querer huir del tronco al que se aferran. No llueve, pero las nubes rozan mi cabello y lo humedecen.

Aunque ya es de noche, no ha brillado mucho más la luz a lo largo de este día. La penumbra gris lo profanaba todo. También a mí.

Los flirteos de la soledad han terminado seduciéndome, mas no he podido conversar conmigo misma hasta este instante. Ahora, es el rugido del viento el que me ha obligado a escucharme.

Dentro de unos meses, cuando por fin mis pies caminen sobre Jyvaskyla, el viento y yo nos fundiremos en la misma cosa. Y rugiremos juntos. Soplaremos hacia el norte pretendiendo llegar más allá del círculo polar, convirtiéndonos en fugitivos del eterno día.

El viento me contagió hace tiempo su solitario nomadismo. Ahora, la inquietud de sus silbidos y la braveza de sus aullidos, me empujan a dejarme arrastrar por la pasión de convertirme en puro viento.

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