Estabas frente a mí y tus grandes ojos negros se tornaron brillantes. Tus cejas, pobladas y densas, se arquearon con asombro. Te acaricié la cara. Tu piel morena y un tanto demacrada se plegó en hoyuelos mientras sonreías. Y sentí un deseo irrefrenable de solaparme a tu delgado cuerpo y camuflarme bajo tu cazadora de cuero.22 ene 2008
Madrid - Atenas
Estabas frente a mí y tus grandes ojos negros se tornaron brillantes. Tus cejas, pobladas y densas, se arquearon con asombro. Te acaricié la cara. Tu piel morena y un tanto demacrada se plegó en hoyuelos mientras sonreías. Y sentí un deseo irrefrenable de solaparme a tu delgado cuerpo y camuflarme bajo tu cazadora de cuero.
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