14 ene 2008

Soledad


Impermeabilidad del llanto. Lluvia de nada. Silencio ensordecedor en la inapreciable inmensidad de un solo segundo.

Una rosa cuelga boca abajo recordándome la dirección que siguen mis pasos. A ella le ha pasado algo peor que marchitarse: en su intento por detener la fugacidad del tiempo, se ha secado.

Vacío cercano, abismo musical y olfato tenue. Dueña de los ojos de un ciego que no es ciego, me pierdo cada día en el mismo lugar.

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