31 ago 2008

Imprevistos en Helsinki


Recién llegada a Helsinki, me encontré con que se habían olvidado mi equipaje. Cuando elegí alejarme del todo lo que es Madrid, no quise incluir las maletas que preparé para traer conmigo.

Así comienza este viaje. Yo sola conmigo misma, sin tener siquiera mis objetos más personales. Por fortuna, hace tiempo que aprendí a no separarme del cuaderno y del bolígrafo, aunque con ello hipotecase mis demás necesidades materiales.

Rumbo a la ciudad, desprovista de bultos, equivoqué la estación de tren a la cual me dirigía. Me bajé del autobús en pleno centro de Helsinki y miré a mi alrededor. Sin que nadie me entendiese, me dije en voz alta a mí misma: “ya he llegado”. Y la sonrisa arqueó mis labios cuando un escalofrío retorció mi cuerpo.

Gente de piel clara y cabello rubio deambulaba por todos lados. Y pensé que, las calles finlandesas, de noche no están tan vacías como yo creía. Por el contrario y para mi suerte, me topé con mucha vida. Pregunté a unos y después a otros. Finalmente, conseguí llegar hasta un hotel.

Recostada en la cama, fumándome el cigarrillo de antes de dormir, ahora escribo. Mañana, si no surge ningún inconveniente, apagaré la luz en Jyväskylä.

No hay comentarios: