18 dic 2007

Nieva en Madrid

Me despierto escuchando unos ruiditos que provienen del patio que hay tras mi ventana. No pueden ser las piedras las que se muevan. Y no suena como la lluvia. Me levanto deprisa y retiro las cortinas: son delicados copos de nieve que van marcando el compás del tiempo. Tiempo que pasa. Que no se detiene. Que cae desde el cielo hasta el suelo, preso de una fuerza invencible que tal cual nace, le hace desaparecer.

Parece que hoy la única verdad que tiene la vida se hace más obvia que nunca.

Hace unos días llovían hojas secas otoñales y hoy, de pronto, nieva en Madrid. Me tendré que ir acostumbrando. Si todo surge según lo esperado, a mediados del próximo año me rodeará la nieve día sí, día también.

Me siento a escribir en la terraza a pesar del frío. Sólo llevo puesto un guante en mi mano izquierda. La otra se mueve deprisa garabateando un papel, para no congelarse. El invierno intenta colarse en mi vida y, aunque no llama con sutileza, le abro la puerta.

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