21 dic 2007

04:37 a.m.

Sencillamente no era tan fácil como deseaba. El olvido no llega de repente. Ni se puede pasar de página moviendo sólo un dedo.

Qué difícil es hoy no poder tocarte, no poder besarte. Qué difícil es hoy no poder siquiera mirarte.

El corazón me late deprisa y es de angustia. Acabo de verte por Malasaña y, para qué mentir… me has estropeado la noche.

A veces son pocas las palabras que hacen falta para decirlo todo. Y esto no sólo ocurre en el amor. Supongo que las casualidades no siempre son mágicas y en ocasiones nos sitúan, no sólo donde no esperamos estar, sino donde no queremos.

Es admirable transformar las ganas de llorar en ganas de reír. Pero que no se llore no significa que no se sienta la tristeza. No es tan sencillo transformar la nostalgia en alegría. Y después de todo, creo que nadie excepto yo lo dijo. ¡Seré idiota! Vi ya ganada la guerra antes de librarse la primera batalla. El exceso de confianza es tan perjudicial como su ausencia. Y, hoy, no soy lo que esperaba de mí.

Si bien yo era la única que sabía dónde iba a meterme, fui yo la única también que decidió no negarse a ello. Y así asumí las consecuencias que nunca pensé que llegarían. Pero hoy el día ha despertado gris, recordándome que si ni siquiera el cielo se libra del dolor, no lo haré yo tampoco.

¡Que ingenua he sido al pensar que sabía relativizar las cosas! Todavía me queda demasiado camino por andar…

No hay comentarios: