24 sept 2008

Mi primer soneto tuyo

- Desde Finlandia hasta Coslada -




Se despiertan. Les quito las legañas.
Los ojos cerrados de quien confía
se escapan de esta habitación mohína,
corriendo hacia la puerta de la casa.

Buscan en montones de periódicos,
y revuelven, necios, la publicidad.
Les ridiculiza la banalidad…
No ven tu carta mis ojos crujidos.

¿Sabes tú que ésta vez no es la primera?
¡Que la última mañana no será!
Pero aún confío: me darás mi droga.

Si no, como ese libro en primavera,
el otoño finlandés se morirá
con una de sus cuatro esquinas, rota.

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