13 sept 2008

Letras torcidas

Sin ningún oído alrededor, siento que alguien me escucha. Por fin, doto de vida a lo inerte. Papel mojado, arrugado y viejo… ahora te verás lleno. Rebosarás de aliento y de energía. En una noche fría de un verano que no existe, que se ha esfumado, habrás nacido.

Me abrazan sólo mis letras. Hoy prescindo del idioma de los gestos, del constante pensamiento. Víctima de mi silencio, de mi propia hipocresía. Estoy donde he elegido y donde no deseo. Abstracta monotonía… avanzas lentamente usurpándome el remedio. La cama estrecha en la que me recuesto, parece inmensa. Vagabunda soledad, ven a mis brazos, aquí encontrarás cobijo durante un año. Desierto del tacto… Este será tu hogar cuando te vuelvas áspero. Y tú, envidioso dolor, podrás pernoctar entre mis sábanas, cuando la irritación ahogue tu cuello. Aún queda un lugar cálido para todos vosotros, fugitivos, bajo mi edredón nórdico.

Mientras alrededor otros crean recuerdos, mis hábitos se esfuerzan por hallar la inadvertencia. Soy un tronco más de los que hay en el bosque. Inmóvil, quieto. Por un momento todo pareció haber terminado pero, de pronto, resucitó la vida. Para recordarme que aún no he muerto. Mis raíces se estremecen ahí abajo… con descender los escalones las alcanzo. Y sin embargo tira de mí, hacia arriba, una cadena de acero que lucha contra la naturaleza. Bombardeo identidades… sin ser yo misma.

Hasta hoy nunca pensé que escribir sería una ventaja. Frases desordenadas que resguardan trazos recubiertos de nostalgia. Me arrimo al vocabulario. Me domina la muñeca. En pequeños movimientos puedo ser lo que yo quiera. Y aferrándome a un montón de letras, lo consigo. Eso es todo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

no quiero amores... soy vagabundo y amante de la noche...
sahara libre!!