Mi cabeza se apoyó sobre tu cuello y no cabía ni un suspiro de aire entre nuestros cuerpos. Aún estando la ropa de por medio, me llegó todo el calor y, de repente, tu olor. Como en mi sueño.
Y ahora la música me obligaba a bailar con lo salvaje. Por fin estabas tan cerca. Tanto, tanto, que tu figura se volvía borrosa ante mis ojos, y entera entre mis brazos.
Era como en mi sueño…pero sin serlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario