14 oct 2009

Las Estrellas

I

Hace muchos, muchísimos años, sólo había dos habitantes en todo el mundo. Él se llamaba Día y ella, se llamaba Noche.

El Día y la Noche no podían verse porque estaban muy lejos. El Día vivía en un extremo del planeta y, la Noche, justamente en el otro. Pero ellos querían estar juntos.

Por eso, la Noche siempre corría detrás del Día hasta que, cansada, se quedaba dormida. Y por eso el Día siempre iba a buscar a la Noche pero, cuando llegaba hasta donde ella había estado, ya se había marchado.

Y así estuvieron mucho tiempo. Nunca se veían.

Entonces la Noche pensó que, al menos, podría hacerle un regalo al Día. Pero, ¿qué regalo? La Noche pensaba y pensaba.

De pronto, la Noche sintió mucho frío, y pensó que no le gustaba. Y tampoco le gustaba la oscuridad. Por eso decidió que sus regalos para el Día serían calor, y luz.

Y así la Noche dejó en un extremo del planeta una bola luminosa y ardiente, de fuego.

El Día, cuando llegó al lugar donde estaba esa bola de fuego, sintió calor y la cogió. Y fue así como se creó el Sol.


II

El Día estaba muy feliz, porque gracias a la Noche tenía Sol. Entonces, pensó que lo mejor sería que él también le hiciese un regalo a la Noche. Pero, ¿cuál?

El Día pensaba y pensaba… pero no se le ocurría nada. ¿Qué podía regalarle tan bonito como el Sol?

Y de repente pensó que, ya que él no podía estar con la Noche, el mejor regalo era una amiga, para que nunca estuviese sola.

Así, el Día dejó en un lado del planeta una bola blanca y redonda, muy sonriente.

La Noche, cuando llegó al lugar donde estaba esa bola blanca, sonrió y la cogió. Y fue así como se creó la Luna.


III

La Noche estaba muy feliz con su nueva amiga Luna.

Pero, como todos los amigos, ellas también se enfadaron una vez, y la Luna se marchó, dejando a la Noche sola.

La Noche, que no veía a la Luna por ningún lado, empezó a llorar, y derramó sus lágrimas por todo el espacio.

La Luna, desde lejos, vio sus lágrimas y se sintió muy triste. No le gustaba enfadarse con la Noche pero pensó que, si volvían a enfadarse, no quería dejarla sola. Pasase lo que pasase, la Noche era su amiga.

Entonces la Luna fue a hablar con el Día y le pidió un poco de luz del Sol. Y como el Día estaba enamorado de la Noche, no le dio un poco, sino que le dio un montón de luz.

La Luna le dio las gracias y se fue corriendo hasta donde estaban las lágrimas de la Noche, y las pintó con la luz del Sol.

La Luna quería estar siempre junto a su amiga la Noche y, para hacer las paces, le regaló las estrellas.

* * * * * * *

Es por eso que la Luna está presente casi todas las Noches pero, cuando no la veas, no te asustes, porque siempre estarán las estrellas.



2 comentarios:

Puto Fer dijo...

A ver si ahora todo el mundo va a leer tu blog menos yo, me ha gustado mucho el cuento, deberías escribir más (cuentos)!! un abrazo muy grande ali ali ali oh!

Anónimo dijo...

q linda historia es tuya o no?? yo creo q si y me gusta xq es mejor q la version catolica y la cientifica...
att. ... tu bolitaaaa