3 mar 2008

De vuelta

Me despertó el sonido del té. Aquella mujer tan misteriosa vaciaba y rellenaba un vaso tras otro, y la espuma brotaba como de su ensimismamiento.

Estiré los brazos y me puse en pie. El sol se colaba por la única apertura de la jaima.

Respiré hondo y me acarició el viento. Probé el té y el calor del desierto me abrigó por dentro.

Amanecía en el Sáhara.

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