3 oct 2008

En el Aaiún Ocupado


Recibo tu llamada desde un número extraño y busco preocupada, en una lista interminable, ese lugar del mundo al que corresponde el prefijo +212. Nunca lo había visto pero, rápido, lo encuentro. Lo releo unas tres veces y sacudo bruscamente la cabeza: es Marruecos. ¿Qué es lo que pasa? Desconcertada, te llamo al instante.

De inmediato, tu voz contesta al otro lado del teléfono, diciendo que te encuentras en el Sahara.

- “¿Como siempre, no?” - te pregunto sin entender nada.
- “¡No! ¡Estoy en el Sahara Occidental!” - me parece escuchar que grita atónita tu voz, entre interferencias chirriadoras.

« ¿De verdad no estás en el desierto? », pienso confundida, para mis adentros. Pese a que me hiere cada vez que lo intento, no consigo imaginar que, siendo saharaui, tú puedas estar en otro lugar. ¡Hacía ya 10 años que no salías de Argelia! Pero lo verdaderamente extraordinario es que, por primera vez, las plantas de tus pies tocan tus tierras. Y aunque no es bastante, es suficiente; según me dices, en tu país caminarás durante cinco días. Es más que increíble, ¿no te parece? Deambularás por tu ciudad, respirarás la brisa del Atlántico… ¿Te gusta la humedad? Supongo que te sentirás un tanto extraño, ¡y tan radiante!

- “Cuéntamelo todo, Abdalahi, estoy ansiosa por saber más”. - Y poco después de un vendaval de emociones y de palabras atropelladas que persiguen a esas emociones, colgamos el teléfono.

Tú así has vuelto a tu presente y yo me quedo, porque así lo siento, también en tu presente. Y espero que no te moleste… conmigo viene alguna que otra lagrimilla saltarina que no ha aprendido aún a comportarse, pero que necesita agradecerte urgentemente que hayas pensado en Finlandia para compartir este sublime día.

Aunque ya llevo un rato pensándolo, todavía no he conseguido creer que hayas aterrizado, esta misma tarde, en el mismísimo Sahara Occidental. Pareció algo tan imposible durante tanto tiempo… Y el hecho es que, hasta ayer mismo, lo fue. Pero por fin te reunirás con toda tu familia. Esta noche os sentaréis a cenar, juntos, compartiendo el mismo plato. Después de casi 23 años, hoy les abrazarás. ¿¿¿Cómo te sientes??? ¡Acabas de conocer a tu abuelo! Me moriría por adivinar tus emociones.

¿Estarás haciendo ahora los tres tés? Trato de representar mentalmente la situación. Quizás ya los haya empezado a hacer tu hermana. Me imagino perfectamente a la impulsiva Fatma sonriendo y desviando fugazmente las pupilas de una persona a otra, más que emocionada. Y seguro que, mientras esperáis que ella termine de preparar el tercero de los tés, los ojitos de tu madre se han desbordado, a la vez que terminaban de beberse las reliquias del segundo: el del amor.

¡El Sahara Occidental! No dejo de pensarlo. ¿Cómo es aquello? ¿Se parece a lo que te esperabas? Me desharé si no me cuentas ya qué es lo primero que pensaste nada más llegar. ¿Cómo huelen las calles? ¿Y de que color son las fachadas? Quiero saber si hay parques y aceras, si transita mucha gente y si los coches pitan constantemente. ¿Hay mucha policía? Y la que hay, ¿es tan inhumana como cuentan? Me cuesta mucho asumir que os paguen con torturas y con el exilio a todos los que de verdad amáis ese país.

Supongo que tú ahora estarás analizando detenidamente los detalles de la que podría haber sido tu casa, de no haber sido un refugiado. Y rondarás centenas de espejismos tratando de visualizar como podría haber sido tu vida, de haber tenido libertad. Yo también me lo imagino, créeme. ¡Habría sido tan distinta! Y soy consciente de que así, posiblemente, no nos hubiésemos conocido… Pero te aseguro que, si por mí hubiese sido, habría decidido someter mi propia vida a ese agrio sacrificio.

La realidad, sin embargo, es otra. Como bien sabemos, de mí no depende cambiar el rumbo de vuestra historia. Ojala pudiese hacerlo pero, como no puedo, a ti ahora te toca, más que nunca, agarrarte a tu pasado, absorber la realidad presente y construir los sueños del futuro. Durante estos cinco escasos (pero esperados) días, conocerás profundamente y de la mano de los que más amas, la razón por la que después de más de 30 años, seguís luchando tú, y tu pueblo.

Para empezar, esta noche escucharás los rezos en el eco de la madrugada de un Aaiún aún ocupado… Pero en tu, en vuestros, en nuestros corazones, retumbará el sonido del Aaiún verdadero: el LIBERADO.

Te deseo lo mejor para éste, tu encuentro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

sin palabras ali....
abdalahi no sabe todo lo que tiene teniendote a ti!
es imposible que lo sepa, porque aun a mi me sigues sorprendiendo...
te quiero tesoro...el mejor tesoro compañera!!!
raquel
SAHARA LIBREEEEEEEEEEEEEE

sidahmed dijo...

Hermana muchas gracias por loque estas aciendo por el bueblo saharaui un beso.